En los últimos años, España ha registrado un aumento alarmante en el consumo de benzodiacepinas: medicamentos utilizados para tratar la ansiedad, el insomnio y otros trastornos relacionados con el estrés. Este fenómeno afecta especialmente a mujeres, jóvenes y personas mayores, y lo más preocupante es que en muchos casos se recurre a estos fármacos sin supervisión médica, a través de familiares o conocidos.
Una solución rápida que esconde un problema profundo
La facilidad con la que muchas personas acceden a ansiolíticos como el lorazepam o el diazepam —comúnmente conocidos como Orfidal o Trankimazin— ha convertido estos fármacos en una solución exprés frente al estrés diario, las preocupaciones y el cansancio emocional. Pero lo que se presenta como un alivio inmediato, a menudo esconde una dependencia que pasa desapercibida.
Los expertos alertan sobre una peligrosa tendencia: recurrir a pastillas para dormir o calmarse sin abordar las verdaderas causas del malestar emocional. La ansiedad, la falta de sueño o la sensación de agotamiento mental no siempre requieren medicación. A menudo, lo que necesitamos es un enfoque más completo y preventivo.
El impacto en nuestro cuerpo y mente
El consumo descontrolado de benzodiacepinas puede provocar efectos secundarios serios, desde somnolencia y dificultades de memoria hasta caídas, dependencia y, en casos graves, una incapacidad funcional. Esto es especialmente preocupante en personas mayores, cuyo riesgo de sufrir accidentes domésticos se multiplica.
Y aunque en ciertos casos puntuales estas medicinas pueden ser útiles, su uso a largo plazo sin seguimiento adecuado representa un peligro para la salud mental y física.
Bienestar integral: una alternativa real y sostenible
En vez de depender exclusivamente de pastillas, es clave apostar por herramientas que promuevan un bienestar real y sostenible. El ejercicio físico regular, el entrenamiento funcional adaptado y el acompañamiento de profesionales pueden ser más efectivos —y seguros— para mejorar la calidad del sueño, reducir la ansiedad y recuperar el equilibrio emocional.
Como entrenador personal en Sarrià (Barcelona), trabajo a diario con personas que llegan cansadas, estresadas o con dificultades para dormir. Y no es raro que, tras unas semanas de entrenamiento personalizado, muchos de ellos reporten mejoras en su estado de ánimo, su descanso y su energía general.
Cuidar la salud mental también es moverse
La conexión entre cuerpo y mente es más fuerte de lo que pensamos. El ejercicio libera endorfinas, reduce los niveles de cortisol (la hormona del estrés) y mejora la calidad del sueño. Además, permite reconectar con uno mismo y recuperar el control de la rutina diaria, sin efectos secundarios ni dependencia.
En un momento en que las cifras de consumo de hipnosedantes en España están entre las más altas de Europa, conviene recordar que existen alternativas. Cuidarse no es solo dejar de tomar pastillas: es aprender a escuchar el cuerpo, moverse con conciencia y dar espacio al descanso real.