El acceso a ecosistemas saludables es más que un privilegio; es un derecho humano fundamental. Así lo afirma Marta G. Rivera Ferre, investigadora en el Instituto Ingenio (CSIC-UPV) y especialista en agroecología. Según Marta, los ecosistemas bien conservados están directamente relacionados con la salud física y mental de las personas.
La biodiversidad como pilar de la vida
“La biodiversidad cumple funciones esenciales para la vida, como la regulación del agua, la provisión de alimentos y la polinización”, explica la investigadora. Sin embargo, en las últimas décadas, el planeta ha perdido entre un 20% y un 50% de su biodiversidad, principalmente debido a políticas que priorizan intereses económicos por encima de la sostenibilidad.
Un informe reciente titulado Nexos de la Plataforma Intergubernamental de Biodiversidad y Servicios de los Ecosistemas (IPBES) destaca los efectos perjudiciales de la pérdida de biodiversidad. Entre ellos se incluyen la degradación del suelo, el empeoramiento de la calidad del agua y la pérdida de polinizadores, lo que pone en riesgo la seguridad alimentaria global.
Impactos del cambio climático y soluciones agroecológicas
El cambio climático es uno de los principales responsables de esta crisis. La intensificación de la agricultura, basada en la producción a gran escala y el uso excesivo de fertilizantes químicos, también ha agravado la situación.
Como solución, Marta aboga por prácticas agroecológicas que promuevan el cultivo local y sostenible. Estas prácticas, además de respetar los ecosistemas, contribuyen a mejorar la calidad de la dieta de las personas. La adopción de dietas mediterráneas, ricas en productos frescos y saludables, no solo beneficia al medio ambiente, sino también a la salud humana.
Reconectar con la naturaleza: un cambio necesario
Un aspecto clave es la necesidad de restaurar nuestra conexión con la naturaleza. Marta destaca iniciativas como los huertos urbanos, el reverdecimiento de patios escolares y la implementación de soluciones basadas en la naturaleza para las ciudades. Estas acciones, combinadas con una alimentación consciente, pueden marcar una diferencia significativa tanto para las personas como para el planeta.
En palabras de Marta: “Hay que recuperar el contacto con la naturaleza. La biodiversidad no es solo un lujo, es la base de nuestra existencia y nuestra salud”.