La reciente apertura del parque de Glòries ha generado gran afluencia de visitantes, pero también ha puesto de manifiesto la dificultad de convivencia entre peatones y ciclistas.
El trazado del carril bici en diagonal apenas se distingue por una señal diminuta en el suelo, lo que provoca constantes confusiones e incluso situaciones de riesgo.
El Ayuntamiento ha contratado informadores para intentar ordenar la circulación, aunque la falta de señalización clara y visible complica su labor.
Muchos ciclistas circulan a alta velocidad en áreas compartidas, mientras que los peatones invaden involuntariamente el carril bici, lo que incrementa la tensión entre usuarios.
La experiencia evidencia que el urbanismo debe ir acompañado de una comunicación visual clara y medidas que prioricen la seguridad y la convivencia.
El caso de Glòries se convierte así en una prueba piloto de los retos que implican los nuevos espacios urbanos compartidos.