La interacción de los aromas con el ozono genera partículas que pueden afectar la salud respiratoria
Los olores agradables en el hogar pueden aportar una sensación de limpieza y bienestar, pero un estudio reciente de la Universidad de Purdue (EE.UU.) advierte que ciertos productos perfumados podrían estar contaminando el aire de manera similar a una estufa de gas.
El informe se centró en la reacción de los compuestos aromáticos con el ozono presente en espacios interiores. Se descubrió que ambientadores, velas perfumadas, difusores de aceites esenciales y otros productos similares generan partículas ultrafinas en grandes cantidades, las cuales pueden ser inhaladas y depositarse en los pulmones. Estas partículas tienen un tamaño tan pequeño que pueden ingresar al torrente sanguíneo y afectar otros órganos.
El problema radica en que muchos de estos productos contienen limoneno y otros compuestos químicos responsables de los aromas cítricos o florales. Al entrar en contacto con el ozono del ambiente, estos compuestos reaccionan y forman contaminantes en fase gaseosa y partículas en suspensión, lo que puede ser perjudicial para la salud.
Según los investigadores, bastan 20 minutos de exposición a estas partículas para que se depositen en los pulmones, generando un potencial riesgo para personas con afecciones respiratorias como asma o EPOC. La contaminación del aire en interiores ya es un tema de preocupación global, y este estudio refuerza la necesidad de prestar más atención a los productos que usamos en casa.
Los expertos recomiendan evitar el uso diario y excesivo de productos perfumados, priorizar la ventilación y optar por alternativas más naturales para aromatizar los espacios. Si bien no se trata de eliminarlos por completo, sí es importante moderar su uso y combinarlos con medidas que mejoren la calidad del aire, como la instalación de filtros o la presencia de plantas purificadoras.
En un mundo donde pasamos gran parte de nuestro tiempo en espacios cerrados, la calidad del aire en el hogar es un factor clave para la salud. Reducir la exposición a sustancias potencialmente dañinas podría marcar la diferencia en el bienestar a largo plazo.